Atender a los clientes mientras atraviesan un momento tan delicado como la pérdida de un ser querido requiere de una especial sensibilidad para que se sientan satisfechos y bien atendidos a pesar del momento de duelo por el que están atravesando. Al trabajar con la muerte los profesionales funerarios deben transmitir serenidad, cierta empatía y estabilidad. Este control de las emociones puede provocar una sobrecarga en los trabajadores, que en ocasiones tienen que mediar en conflictos familiares, lidiar con la falta de recursos para pagar un servicio o acondicionar cadáveres que han sufrido una muerte violenta.
Muerte y psicología: un binomio inseparable
¿Cuál es la psicología necesaria para trabajar con la muerte? ¿Existe una manera correcta para tratar con las familias que se encuentran en plena fase de duelo?
Desde la naturalidad y el respeto. La muerte no tiene por qué ser un tema tabú sino que forma parte de la vida. Durante el duelo, lo mejor es trabajar desde la empatía, intentando acompañar a estas personas, pero respetando también su espacio. Hay que intuir cuándo es el momento de acercarse y hablar con ellos. En ese momento, lo mejor es preguntar qué necesitan y, sobre todo, informarles sobre el tema logístico: hay que comunicar qué pasos se van a dar y qué trabajo se va a realizar desde la funeraria.
¿Es mejor la cercanía o mantener las distancias?
No hay un manual. Yo creo que tenemos que romper un poco las barreras y preguntar qué necesitan o si necesitan hablar. No consiste en entrar directamente a las personas, se trata de detectar si esa persona está mínimamente receptiva. Y sobre todo, lo mejor es acompañarlos a nivel de las necesidades más físicas y logísticas.
No existe una fórmula mágica pero es importante que las familias puedan verbalizar lo que sienten y darle una nueva dirección a sus emociones.
¿Y cómo afrontamos la psicología del duelo en tiempos de covid-19?
Las restricciones para evitar los contagios han hecho que muchas personas no puedan despedirse de un familiar fallecido. Eso complica mucho el duelo y el proceso de adaptación a esa pérdida. Hay que intentar que las personas que no han podido decir adiós puedan hacer una despedida, al menos simbólica. Hay que facilitar que esas familias hagan un pequeño ritual para ayudarles a pasar de la fase de negación del duelo en la que no pueden afrontar sus sentimientos. Obviamente no existe una fórmula mágica y no vamos a hacer milagros, pero es importante que las familias puedan verbalizar lo que sienten y darle una nueva dirección a sus emociones.
Vivir el duelo de otros
¿Un trabajo tan emocional presenta un mayor grado de estrés?
Sí, claro. Al final desgasta mucho a nivel emocional a los profesionales, que por mucho que se enfrenten cada día a estas situaciones, no significa que se acostumbren a ellas. Hay que encontrar la manera de buscar el equilibrio entre empatizar mucho y no empatizar nada. Se debe ayudar a las personas pero sin involucrarse excesivamente porque al final eso perjudica a los profesionales funerarios. También hay que separar el trabajo de la vida personal. No puedes cargar con una mochila emocional constantemente.
¿Y cómo evitas llevarte el trabajo a casa?
Es difícil, pero se puede aprender con entrenamiento. Cuando llegas a casa puedes buscar momentos para expresar cómo te ha ido el día, contárselo a tus seres queridos y dar salida a esos sentimientos e incluso llorar si lo necesitas. Pero eso no puede ser el centro de atención. Hay que aprender a mantener la distancia y tener en cuenta que está bien ayudar a los demás, pero eso no puede impedir que tú también cuides de ti mismo. Es cuestión de práctica y encontrar momentos para distanciarte de las historias que más duelen. Hacer deporte y otras actividades alejadas de ese ámbito siempre ayuda.
Hay que aprender a mantener la distancia y encontrar momentos para distanciarnos de las historias que más duelen.
Implicaciones de trabajar con la muerte
¿Es posible acostumbrarse a trabajar con la muerte? ¿Eso es bueno o es malo?
Si acostumbrarse significa que te cause indiferencia el sufrimiento humano, obviamente es malo. Pero si aprendes a sentir que la muerte forma parte de tu trabajo, es bueno porque te permite llevar esta profesión de forma saludable. Lo más importante es pedir ayuda cuando lo necesites. Hay que estar atento a cómo te afecta el trabajo, revisarse a uno mismo, analizar cómo te está afectando una determinada situación y contar con un profesional que te ayude a gestionarlo, dentro o fuera de la empresa. Si lo estás pasando mal y acumulas estrés, acabará interfiriendo en tu trabajo. También depende mucho de la personalidad de cada uno.
Hay trabajadores funerarios que incluso aseguran que este trabajo les hace valorar mucho más la vida…
Desde luego. Depende mucho de cada persona y de su nivel vocacional. Los profesionales que ayudan a los demás pueden llegar a valorar más su propia situación personal. Si estás viendo una realidad que se torna una normalidad y cuando sales de ella ves que hay vida más allá, por supuesto que puedes disfrutar más de las cosas que te rodean.
Trabajar rodeado del sufrimiento por la muerte, ¿puede quemar más rápidamente a los profesionales?
Depende de la manera de ser de cada uno y si estás tratando esos sentimientos en una terapia y te dejas ayudar. Sí que es verdad que la época en la que estamos de la covid-19 ha intensificado todo muchísimo y en ocasiones no estamos preparados para gestionar todo esto de forma natural. Están apareciendo muchos casos de ansiedad porque al final, por mucho que te guste tu trabajo, no somos máquinas ni superhéroes. Somos personas con sentimientos y necesidades y obviamente nos podemos quemar si no sabemos pedir ayuda. Al final, si vas aguantando y no te das cuenta de que estás muy mal, llegará un día en que no puedas ir a trabajar.
No tiene que dar miedo acudir a una terapia. Es una forma de ayudarse a uno mismo y, a la vez, a los demás.
Hay ocasiones en las que una muerte violenta o un fallecimiento infantil puede afectar significativamente a los trabajadores de funerarias. ¿Es lo que se conoce como estrés postraumático secundario?
El estrés postraumático secundario es un trastorno que aparece en personas que han vivido una situación traumática que les impacta especialmente y se encuentran con recursos insuficientes para afrontarla. Este trastorno se manifiesta con síntomas como experimentar el evento a través de pesadillas, las personas no pueden dejar de pensar en ello, a nivel fisiológico se encuentran más ansiosas y activadas, también incluso a nivel depresivo… Es como si el cuerpo y la mente no hubieran podido asimilar un evento traumático y la persona afectada no puede superarlo y todo ello se queda grabado.
¿Hay que acudir a un psicólogo?
Desde luego. Hay que recurrir a un profesional porque el estrés postraumático secundario no desaparece de forma espontánea. Debe tratarse y no tiene por qué dar miedo acudir a una terapia, que está muy enfocada a que la persona pueda procesar ese evento, reelaborando la historia de una forma más natural y que la mente pueda asimilar. La terapia es una forma de ayudarse a uno mismo y, a la vez, de ayudar a las personas que te rodean porque al final tú necesitas estar bien para poder echar una mano a los demás.
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