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El cálculo de la huella ecológica en la cremación o inhumación son esenciales a la hora de ofrecer alternativas sostenibles a los clientes preocupados con el impacto medioambiental de los productos que consumen. La cremación implica un gran consumo de energía inicial y provoca elevadas emisiones de gas, pero la inhumación supone un proceso mucho más largo que requiere en muchos casos materiales poco biodegradables.
Huella ecológica: qué es
Cualquier actividad humana produce un impacto en el entorno que se puede medir gracias a la huella ecológica, un indicador que calcula si nuestros actos son sostenibles para el medio ambiente. El concepto analiza el modelo de producción y consumo de la sociedad considerando los recursos necesarios y los residuos generados.
En el año 2005 Global Footprint Network calculó que a nivel global estamos consumiendo más recursos y generando más residuos de los que el planeta puede generar y admitir. El desequilibrio entre el crecimiento económico y el cuidado del medio ambiente alertó a las administraciones y a los agentes sociales, que se pusieron manos a la obra para idear un modelo de consumo sostenible que no ponga en riesgo el bienestar de las generaciones futuras.
Además de inspirar los Objetivos de Desarrollo Sostenible impulsados por la ONU, el cálculo de la huella ecológica también se ha utilizado a nivel doméstico y ha servido para que multitud de empresas mejoren su estrategia corporativa, como es el caso de varias aerolíneas que ya han estimado el impacto ecológico por viajero para optimizar los trayectos. En el sector funerario la principal disyuntiva es conocer qué alternativa resulta más sostenible: cremación o inhumación.
Cómo se calcula la huella ecológica
El cálculo perfecto de la huella ecológica resulta complicado y en ocasiones imposible de realizar por la gran cantidad de factores que hay que tener en cuenta.
Comencemos con un ejemplo extremadamente simple: un desplazamiento en coche implica un gasto en combustible y provoca emisiones de dióxido de carbono, mientras que trasladarse en bicicleta no genera residuos. La huella ecológica de pedalear es mucho menor, lo que a su vez implica que se trata de una actividad más sostenible para el medio ambiente.
Ahora llega cuando la cosa se complica. Para calcular exactamente la huella ecológica de la bicicleta, necesitaríamos saber qué recursos ha utilizado la empresa fabricante, cuánta energía requirió su elaboración, si los materiales empleados son reciclados e incluso el gasto y los residuos generados durante su transporte hasta la tienda de bicicletas.
A pesar de su complejidad, el cálculo de la huella ecológica resulta muy útil para las empresas que buscan mejorar su rentabilidad, atraer al creciente nicho de clientes preocupados por el medio ambiente y contribuir a una mejora de la sostenibilidad económica, ecológica y social. Vamos a realizar este ejercicio en los dos principales tipos de servicios funerarios para conocer cuál deja una menor huella: ¿cremación o inhumación?
Cremación o inhumación. ¿Qué opción es más sostenible?
Para determinar el impacto ecológico de la cremación o inhumación hay que analizar las materias primas, la logística, la utilización de la energía, los residuos y los procedimientos desde que una funeraria se hace cargo de un cuerpo, hasta que sus servicios se consideran finalizados. En el caso del entierro se entiende que los servicios concluyen tras 30 años de la concesión de la tumba o nicho y en el caso de la cremación, con la entrega de las cenizas y su dispersión o almacenamiento en un columbario.
Huella ecológica en una cremación
Según el estudio “Analyse environnementale comparative du rite de la crémation et de l’inhumation en Ile-de-France” elaborado por Durapole-Verteego y patrocinado por la Fondation Services Funéraires de Paris, las emisiones de gas de los hornos crematorios suponen la principal causa del impacto ecológico, sin olvidar que la combustión de los cuerpos también generan residuos gaseosos que pueden ser peligrosos para la atmósfera.
En una cremación estándar se emplea de media unos 42 metros cúbicos de gas, que representan el 57% del impacto ecológico del proceso debido a las emisiones generadas. Este cálculo depende de los diferentes tipos de horno, que en los últimos años han experimentado mejoras tecnológicas que los hacen más eficientes e incluyen un filtrado de partículas, por lo que solo emiten anhídrido carbónico y vapor de agua.
El 57% del impacto ambiental en una cremación se debe a las emisiones de gas.
Para calcular la huella ecológica de la cremación también debemos valorar la propia construcción de la infraestructura del horno, que supone un 27% del impacto medioambiental, y su mantenimiento, que implica un 16%.
Otro de los factores que hay que tener en cuenta es si estamos ante una cremación simple sin ataúd que, a pesar de que no es una opción viable en muchos países, resulta menos contaminante. También hay que valorar si la incineración se produce en láminas de zinc, que puede dañar gravemente la atmósfera en el caso de que falle el sistema de filtrado de los hornos. En la actualidad ya existen alternativas como el No+Znc, una bolsa sanitaria estanca, incinerable y mucho más ecológica.
Aunque muchas legislaciones todavía no lo permiten, existe la posibilidad de solapar temporalmente dos cremaciones sin ningún tipo de riesgo de entremezclar las cenizas, con lo que se consigue un importante ahorro energético y de tiempo.
Huella ecológica en una inhumación
La inhumación supone una emisión de CO2 equivalente a 3,6 cremaciones, o lo que es lo mismo, a un viaje de más de 4.000 kilómetros en coche. Según el estudio, enterrar a una personas implica un consumo de energía no renovable similar al de casi tres cremaciones. Mientras que en lo referente a consumo de recursos raros, la inhumación equivale a 3,8 cremaciones.
La inhumación supone una emisión de CO2 equivalente a 3,6 cremaciones.
Estas cifras varían dependiendo del tipo de entierro. El menos ecológico es el que incluye un ataúd de madera en una tumba o nicho de hormigón. Si a esto le añadimos esculturas u otros elementos ornamentales, el impacto puede superar al de cinco cremaciones. El motivo es que el cemento y el hormigón se elaboran cociendo piedra calcárea y arcilla a más de 1.450 ºC.
La huella ambiental también depende del tipo de madera y embellecedores del ataúd. Además, por el momento hay muy pocos féretros fabricados con materiales naturales. La mayoría de ellos incluyen barniz y cola sintéticos que suponen un 14% del impacto del ataúd.
Aunque en una ponderación entre cremación o inhumación la primera opción genera una menor huella ambiental, el método más ecológico es, sin ninguna duda, la inhumación directa en el suelo, muy poco habitual e incluso prohibida en muchos países.
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